NO TE CORTES EN COMENTAR, CRITICAR, ELOGIAR O PROPONER
NO MUERDO, DE VERDAD... CASI NUNCA

viernes, 16 de diciembre de 2011

VIII - El Polvo


Una suave brisa recorría la árida llanura.
Una noche de luna llena había caído sobre la yerma comarca del norte de Italia. Una zona muy golpeada por la pertinaz sequía de los últimos años, donde una mísera aldea apenas sobrevivía, formada por unas pocas casas de labriegos y un pequeño convento de ascéticos franciscanos.
Uno de los labriegos, un viejo al que todos llamaban loco por tratar de sembrar en las llanuras al norte de la aldea, había ido contando una historia sobre cajas enterradas y figuras aparecidas, que había preocupado al viejo prior del convento, un individuo tan viejo como escuálido.
Este hecho tan sorprendente, de inmediato había hecho empezar a persignarse y rezar a los cerca de cincuenta, entre aldeanos y monjes, que formaban la pequeña comunidad, asustados ante la reacción del Prior, que siempre había parecido no temerle a nada.
El viejo labriego estaba tan asustado que había permanecido mudo en el mismo taburete en el que le habían sentado cuando llegó, gritando con voz ronca y desesperada, entre sollozos y alaridos que desgarraban el alma, pidiendo ayuda y gracia divina a los monjes. Sus viejos brazos aporreaban la puerta del convento, con tal terror en su rostro, que hacía pensar que se habían abierto ante él las mismas puertas del infierno.
El Prior no hacía sino susurrar para si mismo incompresibles retahílas, frotándose las huesudas manos, mientras paseaba arriba y abajo por el refectorio del convento, donde se habían reunido todos los monjes y aldeanos, que miraban asustados al endurecido monje.
-Padre Josephus -se atrevió a decir en un murmullo uno de los monjes- ¿de verdad creéis lo que este hombre cuenta?
Josephus se detuvo y miró al monje con evidente pánico, no exento de sorpresa, en su rostro. Se acercó al monje y, poniéndole una mano en el hombro, le miró a los ojos y susurró:
-Bendita la ignorancia que tenéis, hermano Philipus, pues no se altera vuestra alma con la certidumbre del conocimiento.
Josephus se alejó unos pasos y dijo en voz alta:
-Hermanos, hijos míos, hay algo que debo hacer... algo que, posiblemente no me permitirá volver a vosotros como es mi deseo -los monjes se adelantaron con miedo repentino, algunos alargando las manos hacia él- mas no debéis temer, pues quedáis en las manos del hermano Antonius, al que nombro Prior del convento... por si yo no volviera.
-Pero Padre, dejad que os ayudemos en esa tarea que decís -dijo contrariado el llamado Antonius, un monje de avanzada edad y descarnado rostro que parecía haber sido atacado por termitas, de tan picado de viruelas- si vamos varios seguramente...
-No hermano -dijo el prior con voz tajante, aunque aún se veía en ella el miedo que lo atenazaba- esto es algo que debo hacer yo mismo, pues los pocos que podrían hacerlo, están seguramente muertos ya.
Josephus salió del refectorio, no sin antes bendecir a todos y cada uno de los que había en la sala y poner una mano en el hombro del tembloroso labriego.
Sus pasos le llevaron a su celda, un cuartucho diminuto en el que tan sólo había un camastro hecho de paja y un par de exiguas mantas en un rincón del suelo y un taburete al lado de una minúscula mesa, donde acostumbraba a escribir.
Se arrodilló ante la sencilla cruz que había en la pared y susurró una oración. Después se dirigió al rincón del camastro y retiró la paja.
Removió una piedra suelta de la pared, la mas baja y casi enterrada en el suelo y sacó de ella una viejísima caja de sencilla madera ennegrecida por el tiempo.
Con ella bajo el brazo salió de la celda y se encaminó a la celda de Antonius, donde le dejó un rollo de pergamino sellado y lacrado, que había guardado durante incontables años, listo para serle enviado a ella.
Tras eso dirigió sus pasos fuera del convento, se detuvo en la puerta, ya cerrada tras él y susurró:
-Si todo va como creo, no volveré, pero vosotros estaréis a salvo.
Y tomó después con paso rápido la senda que llevaba al lugar donde el viejo labriego había afirmado que le ocurrió el incidente.
Mientras caminaba no podía sino tratar de cavilar como era posible que eso estuviera pasando en esta tierra.
A la exigua luz de la luna, el blanquecino terreno parecía brillar y pudo distinguir la silueta del viejo y destartalado arado que había quedado abandonado.
Realmente había una caja desenterrada... la misma caja que creía haber dejado en lugar seguro, tan lejos de allí.
Sacó la cajita negra de debajo de su hábito y de ella extrajo un hatillo negro que deshizo con cuidado infinito.
Una punta de lanza hecha de bronce, cubierta de sangre reseca, pero aún roja y brillante como el rubí, emergió del hatillo y la sostuvo en su mano, apretándola con sorprendente fuerza.
El corazón le latía violentamente en el exiguo pecho, como hacía incontables años no lo sentía latir. No desde que ella le encomendó la misión.
Se acercó a la caja y vio lo que estaba esperando, la Bestia estaba consumida, pero aun pataleaba, regenerando su cuerpo por la acción de la luz de la luna.
Si llegaba de nuevo el sol, la Bestia no despertaría a tiempo de refugiarse, era necesario hacer el sacrificio.
Se situó de pie junto a la caja y con un gesto rápido se clavó la lanza en el costado, haciendo que un chorro de sangre manase de él, como si de una fuente se tratase.
-Padre, entrego mi vida para que tu Palabra sea protegida, para que la Humanidad permanezca ignorante, para que Ella no desvele el secreto, que mi vida reviva al Avatar de la Humanidad.
Cayó de rodillas, sintiéndose cada vez más frío y débil.
-Mi señor Jesuah, mi Maestro, tu me encomendaste ser el alimento de la Bestia, cumplo tu voluntad
Silencio al principio.
Mas un susurro sordo se elevó de los restos a medio recomponer en cuanto la sangre empezó a impregnar el polvo que ni el aire había dispersado y este empezó a bailar, a flotar alrededor de Josephus secando su cuerpo y, poco a poco, disolviéndolo hasta que se confundió con el que le rodeaba, formando después una vaga figura que no era sino un cascarón vacío, una imitación de cuerpo.
La Bestia se alzó y palpó su costado, donde la herida le mostraba su falta de humanidad.
-Otro hermano ha pagado el precio de mi permanencia en este mundo -murmuró viendo los trapos que habían sido el hábito de Josephus- ya sólo quedan tres de ellos.
Observó el arado clavado en la caja y un jirón de su propia mortaja, parcialmente quemada por su inmolación diurna y creyó saber que había pasado, así que sin darle más vueltas, empezó a cavar febrilmente con una vieja azada que había allí.
Cuando logró hacer en la dura tierra un agujero lo bastante grande, se metió en él, tras coger la lanza y se cubrió de tierra, no sin antes envolverse en la negra tela que había junto al hábito, dejando el forro de lino blanco hacia el interior.
Permaneció allí, tendido en la oscuridad, escuchando como la gente pasaba por allí, llamando a Josephus, mientras él lloraba sin lágrimas por ser el causante de la muerte de Josef, su hermano, su compañero cuando ambos seguían a su Maestro.
Ya entrada la noche, Iscariote salió de su nicho y se encaminó, en medio de un fuerte viento nocturno que hizo volar el trapo que le cubría, hacia el norte, buscándola.

lunes, 12 de diciembre de 2011

VII - La Herida


Despertó asustado.
Pesadillas de muerte le asaltaban desde aquel día fatídico.
Su cuerpo era desgarrado por miles de heridas y su costado abierto por una herida que llegaba hasta el alma misma.
Y además estaba ella
Sus miradas incesantes, acusadoras e inculpatorias
Había tratado de morir, pero no pudo, la rama se partió y sólo logró quedar inconsciente por la feísima herida de su frente... tenía tan mal aspecto que hubo alguno que fue diciendo que estaba muerto.
Estaba claro, El quería que sufriera por su pecado.
Se acercó al ventanuco de la vieja casucha que había podido encontrar vacía y abandonada, medio en ruinas y sin apenas un tejado.
Casi cuatro días habían pasado y el menor de sus dolores era el ardor en su cuello, donde se veían aún las heridas de la soga o el dolor por la ulcerada herida de su cabeza; el peor dolor le atenazaba el alma hasta el punto de ahogarle la respiración.
Llamaron a la puerta
-Abre hermano, pues vengo en tu busca
Se quedó petrificado.
Un sudor helado le bañó el cuerpo de repente y solo el violento temblor que le acometió mostraba que su silueta no era la de una estatua, de tan lívido e inmóvil que se había quedado.
Esa voz.
-Abre hermano, pues vengo en tu busca -repitió la calmada y afable voz.
Se dirigió a la puerta, dando pasos que requerían de toda su fuerza de voluntad en cada uno de ellos, mas no osaba abrirla.
Un líquido caliente de penetrante olor resbalaba por sus piernas y se encharcó en el suelo, a sus pies.
La mano seguía en el asidero de la puerta y lentamente la abrió, encontrándose cara a cara con aquel al que tanto había amado, a quien habría seguido a las mismas puertas de la muerte y las habría cruzado por seguirle.
Una punzada de dolor en el costado, una sensación de calor cuando su sangre se derramó en el suelo y un frió helador a medida que esta abandonaba su petrificado cuerpo.
-Ma... Maestro... -apenas un susurro escapó de sus labios
-Que la sangre del Hijo de Dios, que baña esta Lanza Fatal, sea ahora tu Sangre. Que la herida que causaste sea tu herida. Tú que con tus acciones niegas la Luz de mi Padre al resto de los Hombres, quedas condenado a la Noche Eterna. Tú que oíste mis palabras serás su custodio y el azote de la humanidad por siempre. Aquel que oiga las Verdaderas Palabras del Hijo de Dios, sufrirá la ira de La Bestia Iscariote. Yo te nombro Avatar de La Humanidad.
Judas apenas podía moverse mientras sentía su cuerpo morir
-Mis Palabras son las palabras de Mi Padre, regalo a una humanidad que ha demostrado no ser digna de oírlas y todo el que las conozca de algún modo, desde este mismo instante, será presa de La Bestia Iscariote.
Cayó al suelo presa de temblores, mientras los fluidos de su cuerpo eran evacuados de su interior y la herida de su costado dejaba de manar sangre.
-Te condeno al hambre eterna que ninguna comida satisfará. A la sed eterna que ni el mas puro manantial de agua saciará. A la vigilia eterna, pues en sueños sólo las pesadillas de la condenación al martirio eterno de la carne hallarás. Tu cuerpo será inmaculado, mas portarás la herida que infligiste al Hijo de Dios Padre por toda la Eternidad
Su cuerpo se quedó quieto al fin.
La paz al fin.
Los ojos permanecieron cerrados hasta que una luz cegadora y un calor asfixiante le atenazaron
Abrió los ojos y un dolor lacerante le atravesó el cuerpo.
Se tocó el costado y vio con horror que podía introducir los dedos en el interior de su cuerpo.
El calor aumentaba a pesar de que apenas si había empezado a clarear.
Se refugió en la fresca oscuridad de la casucha y recordó las Palabras del Maestro... oscuridad eterna... y comprendió instintivamente que el sol le produciría un sufrimiento sin medida y empezó a buscar frenéticamente un lugar oscuro hasta que... se puso a cavar con ansia y cuando logró hacer un hueco para su cuerpo, se metió en él y lo cubrió de tierra... oscuridad para La Bestia
Judas Iscariote, La Bestia.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

VI - La Sangre



La herida se abrió en el costado de aquel hombre, haciendo que la sangre brotase en un chorro abundante que le empapó el rostro
Escupió parte de ella, cayendo de rodillas estremecido por el asco de haber tragado sangre humana.
Estuvo un rato a cuatro patas, escupiendo sangre y tosiendo, estremeciéndose.
Penosamente se puso de pie, ayudado por algún compañero y se encaminó de vuelta a casa... bueno, si podía llamarse casa a un barracón que apenas se tenía en pie, donde dormían al menos veinte hombres más.
Se tendió en el catre y se arropó con la basta manta de lana, presa de temblores y convulsiones.
Se durmió y su sueño estuvo plagado de pavorosas pesadillas.
Rostros sin forma le gritaban incomprensibles palabras en una lengua desconocida, parecida a la que hablaban los lugareños, pero desconocida a la vez.
Le nombraban, le gritaban... Manos señalándole acusadoras.
Despertó de golpe en mitad de la noche, se incorporó de golpe en el catre, desorientado y confuso, cubierto de un sudor frío que le hacía apestar, mezclado con la sangre reseca que aún quedaba en su ropa.
Se levantó pesadamente y, aun ligeramente mareado se dirigió al exterior del barracón, en busca de un poco de agua para lavarse.
Tras dejar atrás a dos puestos de guardia que le miraban con rostros ceñudos y desconfiados, llegó al arroyuelo creado a base de desviar parte del curso del río que pasaba cerca y que surtía de agua al recinto.
Dejó a su lado la lanza que había usado para ayudarse a caminar y reparó en que aun estaba cubierta por la sangre reseca y costrosa de aquel hombre y trató de lavarla en el río, pero la sangre no se iba y decidió deshacerse de ella.
Se acercó al barracón del herrero y le arrojó al primero que vio la lanza diciendo:
-Fúndela para hacer una nueva
El herrero judío miró la sangre que cubría la lanza
-Podéis coger una de estas, mi señor -señaló una pequeña hilera a la izquierda de la zona de trabajo- son las que hacemos para los suboficiales
Longinos, decurión de las legiones romanas en Galilea cogió una de las lanzas y volvió a su catre tambaleándose, mientras el herrero judío se sentaba, con la lanza manchada en las manos y llorando en silencio
-Esta lanza fue la que mató a mi señor Jesuah y su sangre la que está en ella. Nunca podría destruir algo tan sagrado como la Sangre del Mesías
Y con infinito cuidado, desmontó la Lanza de su astil y la envolvió con un sudario negro, forrado de suave lino blanco, depositándolo después en una sencilla caja de madera.

martes, 29 de noviembre de 2011

V - La Carga



Los pies le pesaban.
La sangre resbalaba por todo su cuerpo, empapando la túnica de lana basta que le habían puesto para tapar las horribles heridas causadas por ese horrible instrumento.
Y pensar que esos eran sus semejantes.
Una furia creciente iba tomando forma en su interior, a medida que ascendía penosamente, camino de su propia muerte, con aquella pesada carga.
Pese a conocer su destino desde el mismo día de su nacimiento, no podía por menos que verse inundado por esos sentimientos tan puramente humanos.
Odiaba a cada uno de los que le rodeaban.
Los que le habían traicionado, los que le habían arrastrado al calabozo inmundo, los que le habían torturado, los que habían preferido lavarse las manos e ignorar lo que estaba sucediendo.
Todas sus buenas intenciones y los esfuerzos que había invertido en aquella empresa, para nada.
Todas las buenas intenciones de su padre, tratando de beneficiarles, tratando de darles lo mejor de si mismo, desperdiciadas.
Todo para nada.
Una piedra en el camino le hizo caer, sintiendo el lacerante dolor de las afiladas piedras del camino clavándose en sus rodillas.
Cayó cuan largo era, agradeciendo el descanso breve, pues enseguida unas manos tiraron de el para que se alzase de nuevo y, tras no lograrlo, de nuevo los látigos fustigando su ya lacerada piel, que en algunas zonas o colgaba hecha jirones o sencillamente lo existía, dejando la carne al descubierto.
Se alzó penosamente y volvió a coger su pesada carga y continuó su ascenso por el Gólgota, camino de su propia e inevitable muerte, pues ni el Hijo De Dios estaba exento del destino que acecha a todos los humanos.
Jesuah continuó avanzando poco a poco, sabiendo que al final del camino le esperaba la peor de las cargas que desataría la peor de las maldiciones

domingo, 27 de noviembre de 2011

IV - El Libro



-¿Todo ha quedado sepultado?
-Así es. Nadie lo sabrá nunca.
Se levantó de su silla y se dirigió a la ventana, donde un cielo gris del atardecer anunciaba otra noche de lluvias.
-Bien, no queremos que esto sea conocido por el pueblo, perderían su fe en nosotros y eso es algo que jamás debe ocurrir.
La figura que vestía de riguroso negro permanecía con la rodilla hincada en el frío suelo de piedra, en aquel despacho sumido en las sombras, donde sólo la temblorosa luz del fuego de la chimenea otorgaba alguna luz, mientras el otro se acariciaba la barba de color castaño.
-Nos ha costado mucho acallar a los que se rebelaron tras lo de Molay, no voy a consentir que se alcen de nuevo y en mayor número si se enteran de lo que tratamos de acallar aquí. Nadie, repito NADIE debe conocer estos hechos, ese fue el gran error de mi predecesor, permitir que se supiera lo que hacía con esos... esos herejes impíos.
-Mi Señor, si me lo permitís...
-No te permito nada, harás lo que te ordenamos sin rechistar, ser nuestro hermano no te confiere más derechos que a los demás.
-Lo se Mi Señor, no era sobre eso.
-¿Y sobre qué es?
-¿Creéis que es prudente tener aquí la caja, sabiendo lo que contiene?
-Mientras no caiga la noche no habrá riesgo
-Pero Señor, este ser infernal
El de la barba se volvió con tal furia reflejada en sus ojos que el de negro retrocedió asustado, casi arrastrándose por el suelo.
-¡¡Jamás digas semejantes palabras del Hijo de...!! - sus puños estaban cerrados con tal fuerza que estaban lívidos los nudillos- Aunque lleve apenas unos meses en este sagrado puesto no permitiré que...
Respiró profundamente, tratando de calmar su furia.
Se acomodó el manto dorado que tenía sobre los hombros.
Se dirigió a su mesa y cerró el enorme tomo que había en ella. Cerró el candado que sujetaba el armazón que rodeaba al libro, encerrándolo entre gruesas láminas de hierro al hacerlo, tras lo cual hizo sonar una campanilla que había en si mesa.
Dos vestidos de negro entraron al despacho y, con gran esfuerzo, alzaron el enorme libro y lo metieron en una alargada caja, cubriéndolo con un sudario de pesada tela negra forrada de inmaculado lino blanco, en la que descansaba un cuerpo de piel tan blanca que parecía alabastro, con una profunda herida en su costado y un rostro de paz, lograda en la muerte.
La caja fue cargada en un carro y un monje se subió al pescante, dispuesto a llevarla a su destino por cualquier medio, pero no podía saber que, unas millas más adelante, sería asaltado y muerto, siendo el carro robado.
Inocencio VI se sentó en su despacho, mirando sombríamente las llamas de la chimenea, pensando en el oscuro secreto que viajaba en el carro, cavilando en si debió haber mandado una escolta armada con él, aunque desechó la idea.
El pánico a que se conociera lo que contenía superaba cualquier otro pensamiento. Y, de todas formas, en pocos días cruzaría los Pirineos y llegaría a Santiago, donde estaban esperando para asegurar el descanso eterno de...

lunes, 21 de noviembre de 2011

III - La Mortaja


El Caballero detuvo su caballo mientras miraba aquella cosa tan extraña.
En aquel paraje inhóspito no es algo que se viera todos los días y, pese a la cercanía del poblacho en el que estaba el pequeño convento donde pensaba hacer noche, no había otra posible fuente para algo tan raro.
La pesada tela estaba enredada en unas viejas maderas que asomaban como dientes de una bestia enterrada en la oscura y reseca tierra y olían a podredumbre, mas la tela a nada olía.
Era un tejido de color negro, con un extraño forro blanco de lino, parecía una mezcla de capa de viaje y mortaja y, al desenredarla, el viento que soplaba en la llanura extendió la tela en toda su extensión, que debía ser al menos el tamaño de dos cuerpos.
Era una mortaja, no había duda pero ¿que hacía en mitad de la nada?
Se agachó y examinó la destrozada madera que, a todas luces, debía de ser más vieja que él mismo.
¿Sería un ataúd?
Sabía que, en algunas zonas de la cristiandad se estaban empezando a enterrar los cuerpos metidos en cajas de madera, en vez de dejarlos libres para que el buen Dios se llevara sus almas al Paraíso, como mandaban las Escrituras.
El herrumbroso tachonado de hierro que parecía ser el armazón de la caja invitaba a no pensar eso, pues nadie usaba algo tan costoso para un enterramiento, pues los que podrían permitírselo, se guardaban mucho de seguir las indicaciones de las Sagradas Escrituras para ello pero...
Entonces el Caballero vio la luz en su mente.
Esto sería su salvación.
Ya pensaba que, tras el ataque de los Sarracenos, tendría que llegar a su destino con las manos vacías pero esta mortaja era sin duda, un regalo de Dios, dejada para salvar su miserable y devoto cuello.
Dobló y redobló la tela hasta que pudo meterla en las alforjas que cargaba en su caballo, el cual empezó a revolverse inquieto.
"Estate quieto de una vez, por todos los Santos" gruñó el Caballero "cosas más terribles hemos visto en la vida y, a buen seguro, peores nos quedan por ver"
El caballo apenas se mantenía tranquilo y no hacía mas que remover la graba de la que pendían las alforjas, como `poseído por un miedo mortal a su contenido.
"El origen divino de la mortaja, seguramente lo altera, pobre bestia sin alma" pensaba el caballero pero, cuando fue a montar, el caballo corcoveó hasta que las alforjas cayeron de su lomo, momento en el que se calmó un poco.
"Pues si tanto te altera llevar las alforjas", le dijo en voz baja y furibunda "vive Dios que las llevaré yo mismo, pero la llevaré"
Tras lo cual subió al renuente caballo, con las alforjas al hombro y puso medio galope en dirección al villorrio, donde pernoctó, continuando viaje al alba del siguiente día.
Varias semanas después llego a su destino y depositó una tela blanca, envuelta en una negra, en una profunda cámara de su casa.
Años después, en su lecho de muerte mandó llamar a su fiel ayudante y le pidió que le llevara esa tela y, tras pedir estar a solas con su esposa, díjola:
"Esta tela, es un regalo de Dios y nos ha traído la prosperidad, por favor, cuídala como si fuera el más preciado tesoro de La Cristiandad"
Días después, la esposa y viuda del Caballero Geoffroy de Charny, exponía lo que se conoció como el Santo Sindone, en una iglesia en Lirey, perteneciente a la diócesis de Troyes, Francia.
Era el año de Nuestro Señor de 1357.

sábado, 19 de noviembre de 2011

II - El Carro


Negros nubarrones cubrían el cielo, mientras el carro, tirado por un par de agotados mulos, avanzaba por el desolado paisaje.
Un desértico y pelado terreno en el que un solitario brocal, anunciaba la presencia de un viejo pozo, seguramente seco hace mucho.
El viento cobraba fuerza mientras el conductor, que apenas se sostenía en el pescante por la fuerza del viento, echaba furtivas y temerosas miradas a su carga.
Tres días de camino, cargando eso en su carro y sintiendo ese atávico terror con tan solo mirarlo, tuvo que cubrirlo con una gruesa manta, asegurada por unas pocas cuerdas, viejas y deshilachadas.
Algunas piedras golpearon el lateral del carro que, sin esa pesadísima carga, sería capaz de llegar al pueblo que había tres millas más adelante, pero que cargado como estaba, aún tardaría varias horas en recorrer ese camino.
Le esperaba un penoso camino, teniendo que afrontar esa tormenta de arena que se avecinaba y que, según el viejo eremita que se había cruzado la mañana anterior, era la más fuerte en siglos atrás.
Al final el carretero se decidió y, aunque resultaba obvio que no había nadie tan loco, como para estar por allí con ese tiempo, echó furtivas miradas en derredor, mientras se giraba sobre su asiento y soltaba las cuerdas que ataban la carga al carro; después, con una patada, soltó el fijador de la plataforma, que asomaba bajo el estrecho pescante y esta se inclinó hacia atrás, dejando caer la carga al suelo, donde golpeó, produciendo un ruido que pareció un rugido en mitad del aullante viento.
Un repentino escalofrío recorrió cada centímetro de sus huesos y, con el corazón palpitando tan fuerte que acallaba el rugir del viento en sus oídos.
Espoleó a los mulos que, aliviados por la repentina liberación del peso, saltaron hacia adelante, trotando pesadamente para huir de la tormenta que se aproximaba, pero sobre todo de la vieja caja de madera, que quedaba en mitad de la planicie, azotada por la arena que empezaba a acumularse a su alrededor.
Negros nubarrones cubrían el cielo, mientras el carro, tirado por un par de agotados mulos, avanzaba por el desolado paisaje.

jueves, 17 de noviembre de 2011

I - La Caja


El ardiente sol hacía brotar gotas de sudor de la frente del viejo, mientras el caballo, de apariencia aún mas anciana y consumida que él mismo, tiraba penosamente del destartalado arado.
La tierra estaba dura y reseca por la prolongada sequía, pero aún así debía ararse, o no podría plantar a tiempo las verduras que tan necesarias eran para su alimento.
Metro a metro avanzaba, levantando los terrones parduzcos de tierra hasta que el arado, con un sordo golpe, se detuvo de golpe, estremeciéndose y con él, al viejo caballo que casi se cayó de lado por el tirón.
El viejo, que se había aferrado al arado, miró asombrado al lugar donde este había chocado, de donde emergía lo que parecía una vieja caja...
Se quitó el viejo sombrero dejando a la vista una rala cabellera blanca y una brillante calva de piel oscurecida y curtida por el persistente sol.
Se limpió el sudor y miró receloso la esquina de la caja, que tenía un refuerzo que parecía de hierro y pensó que debía ser muy vieja y muy cara o, cuando menos, de alguien muy rico, pues nadie hacía esos cofres hoy día, a menos que fuera alguien con mucho dinero.
Se acercó receloso y empezó a apartar terrones de tierra, dejando al descubierto lo que parecía una cruz de hierro que había en la tapa de la caja y, ayudándose del azadón que apenas podía levantar, fue descubriendo poco a poco una caja alargada, algo mas grande que él mismo que tenía un tachonado de hierro en la tapa y que recordaba a una cruz
"Podrían ser dineros de la Iglesia" pensó con apuro y después "bueno, no creo que noten si faltan unas pocas monedas" y empezó a meter el borde del azadón por el borde de la tapa para levantarla, hasta que...
Un sonido de arañazos salía desde el interior y el viejo, asustado, se apartó de la caja encomendándose a todos los santos que pudo recordar y tratando de recordar alguna oración que lo protegiese.
Silencio
No se oía nada.
"La cabeza me está jugando una mala pasada" pensó mientras, instintivamente, miraba alrededor por si alguien le había visto saltar de esa forma, ante una caja cerrada.
De nuevo volvió a insistir en abrir la caja, empujando el mango de la azada que crujía de puro viejo hasta que...
Con un crujido ominoso se abrió la caja de golpe y una figura saltó de ella
Parecía un ser humano, envuelto en una mortaja tan negra como la noche, de la cual emergían un demacrado y blanco rostro, en el que unos labios contraídos y resecos dejaban ver unos dientes tan afilados como navajas y unos ojos enloquecidos le miraban fijamente, inyectados en sangre y unas manos de afiladas y huesudas garras, blancas como el rostro de ese ser.
El viejo cayó de espaldas sin poder articular una palabra mientras el ser se arrojaba sobre él
Pero a medio salto empezó a humear y a gritar de dolor.
El viejo jamás había oído un grito semejante, de tal crudeza, dejando percibir ese nivel de dolor y agonía.
Sobre el viejo cayó un montón de tela humeante y que olía a moho y carne descompuesta.
El viejo no pudo moverse en un rato, mientras su raído pantalón se empapaba en orines y, cuando lo hizo, salió corriendo como si el mismo diablo le persiguiera, mientras tiraba de su viejo rocín.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

El Espejo (escribiendo un cuento de terror)


Era una noche tan fría como el culo de un cura que...
-Oid vuestra merced, no podeis empezar asi una historia de terror...
-¿Cómo que no? ¿hay algo más aterrador que un cura con el culo frío?
-Pues no se, pero esque la iglesia...
-Ah entonces lo cambiamos, que esto seguro que lo lee el obispo y aun tiene que pagarme la cuenta de aquella noche que..
-Mejor dejemos los asuntos del lupanar...
-Claro...claro.... ¿por donde iba?.. Ah si, una noche fría, ta fría que los mocos se congelaban al gotear de la nariz fue cuando empezó todo...
-Ejem... no quisiera interrumpiros pero...
-Ya es tarde para disculparte, pardiez...
-Bueno esque no creo que haga falta ponerse la luz bajo la cara
-Esque da mas canguelo
-Ya, pero esque es la vela y en un momento os podeis pegar fuego a las barbas que, aunque ralas y con el aspecto del vello grueso y basto del lomo de un marrano, tambien arden y encima huelen mal...
-NNNNNNNg... esta biennn ya lo dejooo!... no me dejas jugar... pues eso, que la noche que todo empezo y era tan fria que los pingüinos usaban calientacamas de cobre...
............................
-¿Por qué os parais ahora, excelencia?
-¿no vas a decir nada?
-No
-¿Ninguna objeción?
-No, voto a Belcebú...
Le mira receloso
-Pues entonces asi no juego, vaya un aburrido...
Y le dio la vuelta al espejo que estaba mirando, apagó el velón y Quevedo se acostó







Quería hacer un relato majestuoso, apoteósico, que me encumbrase al Parnaso o al Olimpo de los escritores... pero como es bien sabida mi total ineptitud literaria y letrística, salió este engendro....y esque yo soy más de ciencias... bueno, no me negareis que conseguir el cubata perfecto es casi una ciencia ¿no? jejejeje
Un besote a todas... a todos una palmadita y esas cosas....

domingo, 13 de noviembre de 2011

Hambriento


Hace mucho tiempo, en una galaxia... eh... mejor no empiezo así, que después me reclaman royalities y cosas de esas...

Hace tiempo en cierta galaxia frikicomiquera participé en cierto hilo de relatos improvisados, en el que había que poner el texto, fuera el que fuese, que te inspiraba una imagen puesta por el anterior relatero.... bien, esta es la imagen, puesta por la grandiosa princesa Susamaya y debajo mi humilde relatillo.


Una pequeña grieta se formo en la piedra.
No sería nada extraño, dado que la piedra formaba parte de una columna que, al igual que el edificio ruinoso al que pertenecía, tenía más de mil años.
Mil años de descuido y abandono, de soportar las inclemencias del tiempo, los efectos del crecimiento incontrolado de las enredaderas, del clima...
Una pequeña grieta que empezó a crecer.
Al principio apenas perceptible, se fue agrandando y ensanchando, pasando de una fisura minúscula a un hilo negro, perfectamente visible a varios metros.
Pronto la grieta era un surco largo y profundo que iba de lado a lado del enorme recinto, rodeado de estilizadas columnas, acabadas en arcos que se unían para formar el techo del ruinoso edificio.
La grieta se ramifico convirtiéndose en una maraña, una red de surcos que, a medida que crecían, se elevaban en el centro del suelo del recinto, hasta que...
Con un ominoso crujido el suelo se elevo violentamente, lanzando despedidos fragmentos de la antigua piedra, la más antigua aun tierra que había debajo, dejando al descubierto una figura que, surgiendo de la tierra, cubierto de ella de arriba a abajo, cual engendro infernal.
Con unos refulgentes ojos plateados, grandes y afilados, la figura se quedo inmóvil, respirando pesadamente, como si hubiese excavado desde el mismo infierno para salir a la luz del mundo.
Poco a poco, emergió totalmente del agujero y se dirigió a la extensión de hierba que cubría el claro donde se levantaba el viejo templo.
Se sacudió la tierra que lo cubría y se dirigió a los arboles que lo rodeaban, con la intención de derribarlos uno a uno en caso necesario para avanzar hacia su destino, pero al llegar al borde del bosque, un ominoso crujido lleno el aire... y una columna, debilitada por el temblor anterior, por su violenta salida al mundo, se desplomó sobre el... acabando con la amenaza que mundo jamás sabría que le sobrevino aquel día.
El devorador, el destinado a consumir la carne del mundo hasta reducirlo a la nada había sido eliminado en el único momento posible, antes de devorar su primera hamburguesa en el McTrolas...

sábado, 5 de noviembre de 2011

Los avatares del Cementerio de los Conejitos Zombies


Me dio por crear unos avatares un día y pensé "de los conejos zombies y a ver que sale..."
----------------------------
Había una vez un cementerio en el que unos conejos saltaban alegremente, hasta que un dia a un zombie que pasaba por allí le dio hambre y se comió el cerebro de uno de ellos... y como todos saben, los conejos se contagian enseguida de todo así que, todos zombificados en un rato quedaron.....
Así podría empezar la cosa, pero la verdad es tan aterradora que no la voy a contar aqui.... solo dire que los que pueblan el Cementerio de los Conejitos Zombies son altamente contagiosos así que.... es tu cosa si entras.....


Primero cree el mío, el... no es que tenga un ego desmesurado... es normalito, aunque a veces tengamos problemas de espacio el y yo en casa....


Después vino el de la detective mas oscura del cementerio... aunque el milagro seria que esta detective encontrase siquiera su sombra...


Y como pasaba por allí y ante las amenazas de que si no, se comía al tiburón que tenemos de mascota en el panteón 14-B, hice uno al conejito este pirata pasao de ron....


Tenemos un gato morado de mascota al que hacemos perrerías como atarle los webines a cactus y cosas así, pero el nos quiere igual y el color morado es por los caramelos de plastilina que le gusta empujarse...


Y claro, la creadora de semejante nido de locos no podía ser menos... una desequilibrada mental a la que llamamaos la loca adoradora de los conejitos zombies.....


Y como todo manicomio que se precie, tenemos nuestra... iba a decir loca bipolar, pero me temo que eso se quedaría corto ya que hasta ahora he podido contar 45 personalidades distintas......


Y claro, tenemos hasta un conejito zombie terminator... no es que sea medio maquina, es que siempre "volverá".......


Seguro que salen más avatares, pero es que me apetecía poner estos en el blog.....

sábado, 22 de octubre de 2011

Elektra, con lápices de color


Hace unos días subí el dibujo de Elektra acabado con lápices de los de siempre, pero tenía el gusanillo de hacerlo en color, pero no me apetecía nada darle al lápiz digital y, como quiera que estoy inmovilizado en la cama malito, pues me puse a darle a los lápices de color (los Faber Castell de madera de toda la vida).
No quería dejar un acabado refinado, en plan perfecto, quería algo mas enérgico y brusco, por lo que los trazos fueron más fuertes, usando menos trazadas, en lugar de hacer más pasadas suaves...
Hacía al menos 6 o 7 años que no los tocaba y me ha tocado practicar antes un rato, pero la verdad es que hacía tiempo que no me divertía así...

Espero que el resultado os guste.

Tamaño original: A3

miércoles, 19 de octubre de 2011

Elektra


Estaba yo aburrido y esas cosas... mirando al techo (una de esas cosas que hace la gente cuando se aburre cual ostra) y me puse a mirar por la ventana del bus en el que iba (si, los buses tienen techo al que mirar, no va ser algo exclusivo de los edificios) y contra la fachada de un edificio que vi, en mi mente dibuje una Elektra en un instante, de pie sobre la marquesina de entrada... y nada mas llegar a casa me lié a darle al lápiz y salió esto.

No quise hacerla demasiado pechugona, nunca me cuadró eso con Elektra, siempre la vi más grácil y estilizada, mas fibrosa y trabajada.

La cara me costó sacarla, quería darla un toque algo oriental, mas exótico y me salían demasiadas expresiones de loca, hasta que di con la cara adecuada.

Quizás le de color, pero será más adelante, ahora no apetece demasiado...

Tamaño original: A3

domingo, 16 de octubre de 2011

Las consecuencias del insomnio


Una noche de insomnio es lo que tiene.
No sabía que hacer y me decidí a dibujar... más que nada porque a eso de las 2 estaba hasta el gorro de leer y ver pelis... y estuve sin parar hasta que acabé esta Hawkgirl.
Espero que os mole
Tamaño original: A3

sábado, 10 de septiembre de 2011

Hulka: Acabado a color


Al fin está lista.
El dibujo de Hulka, la Amazona Esmeralda marveliana está terminado.
Hasta 15 veces cambie el tono de verde... lo que sí sabía desde el principio es que iba a ponerle pantalones malva. que menos jejejeje... aunque a ella le sientan mejor que a su enorme primo.

También dejo una revisión del lápiz definitivo de Hulka.
Retoques pequeños en el dibujo, pero creo que lo mejoran.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Hulka: Lápiz Final


Lo que tiene estar atrapado en casa con la pata estropeada es que te da tienmpo a dibujar... y el dolor mantiene insomne, por lo que anoche me lie a hacer un lápiz final para Hulka, en una lámina de dibujo en condiciones.
Hacia tiempo que no disfrutaba de esta forma, trazando, sombreando, sacando brillos, calculando la iluminacion y todas esas cositas que conlleva un dibujo de este tipo... realmente se disfruta con estas cositas jejejeje

Espero que os guste.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Hulka: Lápiz definitivo y tinta base (vamos avanzando)


Hace unos dias reinicie mi actividad bloguera con un trabajo con Hulka... bien, ya está el lápiz definitivo y la tinta base, ahora a ver que me invento para este dibujo...


sábado, 3 de septiembre de 2011

Potente Hulka


Tras un periodo sin apenas coger los lápices, más que nada porque tras la lesión de la mano, estar mas de 5 minutos con ello me hacía ver las estrellas, al fin vuelvo a dibujar y para el re-estreno he elegido a una de mis amazonas comiqueras favoritas: Hulka

Pero no quiero dejarla como generalmente se hace, con brazos gráciles y cuerpo de revista Playboy, sino una tia mazas, con brazos fuertes y musculados, vamos una contaminación gamma (osea, como esteroides radioactivos) en condiciones.

De momento sólo está el lápiz, pero por algún sitio se empieza...



miércoles, 27 de abril de 2011

Conan (pero no el de la nueva peli)


Hoy estaba leyendo noticias de cine cuando vi otra imagen del nuevo Conan que tratan de vendernos (perdonales Chuache, no saben lo que hacen) y me dio por hacer un dibujete en plan rapido a lápiz y tras diez minutos (maomeno)....  salió lo que veis.
Espero que os mole, no lo escanee, es una foto
Tamaño original: A4


viernes, 22 de abril de 2011

Round one.... ¡¡FIGHT!!


Bueno tras tanta cosa seria vamos con algo ligerito
En mi rebusqueo entre los viejos dibujos, encontré uno perteneciente a un reto que hicimos en la clase de dibujo del gran Dani Pascual... Bob Esponja VS Superman...... y Superman tenia que recibir la del pulpo.... Hago constar que tuve que tragarme dos capítulos enteros de la serie de Bob Esponja para poderlo dibujar correctamente.... y lo pase fatal para no sobarme viendolo... lo siento, no lo aguanto, es como la peli de The Spirit... todavia no logre pasar del minuto 15 sin dormirme...

En fin, aquí lo dejo con un color sencillo de tintas planas sin sombra
Tamaño original: A4

lunes, 18 de abril de 2011

El tren que nunca llegó


Bueno, repasando los dibujos de hace tiempo encontré unas viñetas que hice a partir de un relato.
El texto no es mío, las loas y/o despotriques a la autora, bastante con que me critiquen las viñetas esta vez jejejeje.
Se trata de contar la historia usando esas viñetas o cuñas, sin usar texto y que sea fácil seguir la historia.

Primero os pongo las viñetas y después la historia en texto, a ver si podéis seguirla bien.

TEXTO: Julia Garci-Nuño Segui
DIBUJOS: “El Garras”
































Y ahora, el relato...

Seis de la mañana. Suena el despertador. Me levanto. Me ducho. Desayuno café con leche y cereales. Me lavo los dientes. Me visto. Limpio los cristales de las gafas. Subo la persiana, está nevando. Me pongo la parca, la bufanda y los guantes. Voy al recibidor. Me calzo las botas, Cojo el paraguas y el bolso. Salgo. Bajo al portal. Abro la puerta, la calle está desierta y más oscura que la boca de un lobo.

Me dirijo al metro. Ando con dificultad a causa de la nieve. Es tan temprano que aun no han empezado a trabajar los servicios de limpieza. Cuando vuelva ya estará la calle limpia, pero ahora voy a llegar al trabajo con las botas empapadas. Menos mal que en la taquilla tengo unos zapatos y podré cambiarme. Llego a la boca del metro. Bajo. Pago el billete a un taquillero con cara de sueño. Me dirijo al andén. Está lleno de gente que no se por donde habrá entrado, porque no había visto a nadie. De hecho, por un momento creí que yo era la única que había tenido la osadía de salir en una mañana tan desapacible.

De pronto sentí un escalofrío. La humedad de las botas estaba subiendo por mis piernas, calándome los huesos. Cerré los ojos deseando que el tren llegase pronto. Cuando los abrí, la gente corría hacia las escaleras. Del túnel salía un ruido atronador que no era el ruido característico del convoy. Salía fuego. Yo también corrí. Estaba sola en el andén. La gente había logrado salir. Al llegar a las escaleras mi cuerpo se quedó estático. Por más que quería no me podría mover. De pronto, apareció un ser enorme que echaba fuego por la boca. Ví con asombro que el monstruo se dirigía a la salida como si también quisiera huir. Ni siquiera reparó en mí. De repente, cientos de enormes ratas saltaron de las vías al andén dirigiéndose al ser, al que se comieron en cuestión de segundos. Cuando terminaron con su víctima repararon en mí. Una humedad caliente que salió de mis partes íntimas se juntó con la fría que salía de mis pies. Creo que me desmayé.

Cuando desperté estaba en una cama de la habitación que parecía ser de un hospital. Estaba sola, no comprendía nada. No me acordaba de nada. No sabía que enfermedad tenía ni por qué estaba allí. Toqué al timbre para que viniera alguien y me diera una explicación. Cuando se abrió la puerta apareció una enfermera con cara de rata. Me quedé estupefacta y empecé a gritar. La rata me acercó un espejo y me dijo: “Mírate”.

Lo que vi me volvió loca. Salí de la cama corriendo. ¡Yo también era una rata! Abrí la ventana y me tiré al vacío. Según iba cayendo sonó algo que parecía una sirena. Cuando llegué al suelo el golpe me hizo echarme hacia delante.

¡Dios mío! Estoy en mi cama. Todo ha sido un sueño. La sirena era el despertador. Eran las seis. Me levanté. Fui a la ventana, subí la persiana. Estaba nevando. Bajé la persiana y me volví a la cama. Hoy no cogería el metro.
Bueno ¿habéis podido seguir la historia sin usar el texto?

domingo, 17 de abril de 2011

El Angel Caído


Esta es una de las estatuas que más me han gustado desde siempre
Yendo al instituto Salesianos Atocha, años ha (y cuanto más lejos mejor), muchos días me iba al Retiro después de las clases y me quedaba haciendo bocetos de cada ángulo de la estatua... así me quitaba el gusanillo tras tanto dibujo técnico (estudiaba delineación) y estar atado de pies y manos en lo dibujístico.
Bueno, como me ha dado por practicar un poco la plumilla y los pinceles artesanales (no los recargables) pues me ha dado por los elementos inertes (quien sabe, podria acabar vendiéndoselos a los turistas en veranito jejeje)
En este he invertido un total de 4 horas, sin abocetado ni referencias adicionales.... bastante bien me lo se tras tantos dibujos jajajaja
Tamaño original: A3